Esta curiosa peatonal conecta la plaza de la Villa hasta la del Conde de Miranda, dos de las plazas más bonitas de Madrid.

Pero… ¿a qué se debe su nombre tan particular? Quizás puedas imaginarlo… Con sus escasos 75 metros de longitud, esta tranquila calle tiene una curiosa forma de escuadra o “codo”, llevando al Marqués de Grabal a bautizarla con ese nombre a principios del siglo XVIII.

Imaginemos entonces, que pasear por ella supone viajar al Siglo de Oro Español.

Toda una belleza ✨

Además de su extraño nombre y de ser una calle muy pintoresca para recorrer, en ella encontramos otros tesoros. Como por ejemplo, la puerta mudéjar situada al pie de la Torre de los Lujanes perteneciente al S.XV junto a un caserón señorial, el cual es el edificio civil más antiguo de Madrid.

Te comparto una curiosidad más.

Un importante dramaturgo español, utilizaba la estrechez y oscuridad de esta calle para orinar en ella cuando volvía de visitar las tabernas de alrededor…

¿De quién estoy hablando?
Parece ser que Francisco Quevedo utilizaba siempre el mismo portal de la calle, hasta que un vecino indignado con la situación pintó una cruz con un mensaje: “No se mea donde hay una cruz” .
Utilizando su ingenio, el dramaturgo decidió rematar la advertencia dejando por escrito: “no se coloca una cruz donde se mea”

No te preocupes, Quevedo perteneció al Siglo de Oro Español ya no quedan rastros de sus picardías nocturnas.

📍Calle del Codo, 28005 Madrid